El hombre que razona no piensa en lo que se le ocurre, sino en lo que es correcto. Sólo el ignorante piensa en lo que se le ocurre.
El hombre que razona tiene una disposición especial del alma. No piensa mal de nadie. Piensa bien de todos y nunca busca venganza.
Esto se debe a que sabe que el hombre no puede ser absolutamente inteligente si no es absolutamente moral.
Sabe que la moral es un fundamento, la base de apoyo desde la que la razón se proyecta en el mundo.
El hombre que razona siempre confía en su propia mente. La valora como un gran don que le han dado los ángeles como apoyo para la vida. Y sabe que sólo el verdadero hombre razonador puede ser libre.
La razón, en el sentido más profundo de la palabra, es una cualidad del santo, del hombre de genio.
Por eso, recuerda: sólo el hombre virtuoso puede ser sabio.
Y todos los hombres de virtud son humildes -en el sentido en que Cristo entiende esta palabra- y son las personas más grandes y fuertes.
En mi opinión, la mayor cualidad que puede poseer un hombre es la humildad. No es una debilidad.
La persona humilde es el hombre más flexible y adaptable del mundo. Puede soportarlo todo: la enfermedad, la pobreza e incluso la muerte. De hecho, nada de eso existe para la persona humilde: pase lo que pase, está tranquila y en calma. Dice: “Dios, que vive en mí, no muere. Dios, que vive en mí, no es pobre”.
El hombre débil y pusilánime no es humilde. Sólo el hombre virtuoso es humilde. Y él es el hombre verdaderamente fuerte. La persona humilde, en el verdadero sentido de la palabra, es un hombre con un espíritu poderoso.
Me preguntas por qué has venido a la Tierra. Yo respondo:
Para manifestar el Amor Divino.
Para manifestar la Sabiduría Divina.
Para manifestar la Verdad Divina.
Para manifestar la Justicia Divina. Para manifestar la Virtud Divina.
Habéis venido a manifestar todas estas virtudes, a manifestar todo lo que ha sido implantado en vuestras almas desde la eternidad.
Y recordad: grande es el destino del hombre. El hombre ha nacido para gobernar a todos los seres, para regular todos los elementos, para organizar la tierra. Debe convertirse en un buen maestro. Y sólo podrá llegar a serlo cuando comprenda lo que Dios ha implantado en él. Tiene que aprender sobre sus cuerpos, que son sus vestiduras. Tiene que aprender sobre la materia primaria en la que funciona su pensamiento.
Beinsa Douno.