«Ama a Dios.»

Y experimentar la influencia que ejerce sobre ti.

«Ama a Dios.»

Hagas lo que hagas en la vida, es importante que siempre dirijas tus pensamientos a Dios. No hay tiempo más sublime que aquel en el que uno eleva el intelecto y el corazón al que nos ha dado todos los bienes. Trabaja constantemente de esta manera, te sentirás fuerte, estarás continuamente alegre y pleno, sentirás un pensamiento claro y constructivo que fluye a través de ti. Este tipo de oración te ayudará en todas las circunstancias de la vida.

Al discípulo, le doy una regla de vida: cada mañana, antes que comiences tu trabajo, dirige tu conciencia durante dos minutos a la conciencia cósmica para atarte a todos los seres vivos. Durante el primer minuto, dirige tus pensamientos sobre la primera gran ley:

«Amor a Dios.» En el segundo minuto, piensa en la segunda gran ley: «amor al prójimo». Concéntrese en estas dos leyes; olvidar cualquier otra cosa, incluso respirar.

Fueron los ingleses los primeros en hacer este experimento: dos minutos de concentración les permitieron, durante la guerra 1914-1918, escapar pasando sin demasiada dificultad las dificultades que el mundo invisible les había asignado. A un día y a una hora fija, se ordenó a toda Inglaterra que detuviera todos los movimientos en todas las fábricas, laboratorios, escuelas, tiendas, etc. durante dos minutos y,  fuera que donde cada uno estuviera, para dirigir el pensamiento hacia Dios y pensar en unirse a él. Fue un momento hermoso: ¡dos minutos de unión de todo un pueblo con Dios! Y grande fue la bendición que recibió del mundo invisible durante estos dos minutos.

¡Así que piensa en lo que uno podría lograr si toda la humanidad fija un momento similar de vinculación con Dios! ¡Qué poderosa ola de fuerza benéfica se extendería por todo el mundo!

Yo digo que ustedes también tienen una gran obra que cumplir usando, cada mañana, dos minutos de su tiempo para unirse a la conciencia divina cósmica. Estos dos minutos al día, utilizados con precisión, forman el verdadero día: multiplicar 365 por dos minutos, tendrá doce horas; ¡este medio día le dará una gran riqueza!

La fuerza del ser humano reside en su unión con el mundo de los seres perfectos e inmortales. Solo son necesarios dos minutos para dirigir tu conciencia, concentrar tu pensamiento, elevar tu alma hacia la conciencia divina cósmica, y experimentar la influencia que ejerce sobre ti.

Aquí os muestro el camino hacia la felicidad: dejad que aquel que esté listo tome este camino. El que no lo esté, es libre de actuar como quiera.

Beinsa Douno.

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