¡Concentraros!

En la concentración hay un gran poder. Concentrando los rayos de sol con una lupa, es posible encender un bosque. Pero es preciso concentrarlos. Ya que nos reunimos, debemos hacerlo con el fin de conseguir resultados, de lo contrario es inútil, e incluso estúpido reunirse. Si no vamos a hacer nada positivo con todas esas fuerzas que emanan de la colectividad, es mejor quedarse en casa. ¿Por qué perder el tiempo en actividades inútiles? Si no se van a obtener resultados es insensato continuar. Y mi papel, precisamente, consiste en iluminaros, en orientaros, en determinaros a obtener los mejores resultados posibles.

La cuestión está en encontrar siempre una finalidad al trabajo espiritual y decirse: «Medito, pienso, rezo por talo cual razón. » Sí, indicad la razón, el fin, para que todas esas fuerzas no se vayan a cualquier parte. Y de esta manera vuestros pensamientos se volverán obedientes, estarán a vuestro servicio. El pensamiento es muy difícil de domesticar, de someter, es como un caballo desbocado. Pero ejercitándose diariamente se acaba por volverlo dócil, obediente, sumiso. Y como somos muchos y nos reunimos a menudo, las fuerzas y las energías que emanamos se inscriben, se registran y son reunidas en los depósitos divinos… y un día veréis los resultados. ¿Cuándo? Eso no nos incumbe.

El Reino de Dios vendrá, eso puedo decíroslo. La Edad de Oro vendrá… Cada vez que rezáis con sinceridad, intensa y desinteresadamente, se os acoge, pero progresivamente; el proceso es continuo y se amplifica poco a poco porque lo que pedís no puede realizarse en un día. Desde el instante que rezáis, lo que pedís empieza a realizarse, pero se necesita mucho tiempo para que se realice plenamente. Cuando plantáis un grano, la realización ya está hecha. Para que el grano se convierta en un árbol se necesitarán años, pero ya se os ha concedido lo que pedíais porque ya crece. Si pedís el Reino de Dios y su Justicia, no podéis conseguir que aparezca el mismo día, eso no es posible, porque se trata de un árbol gigantesco que no puede crecer de golpe. Pero está plantado, el grano está plantado, y el árbol crece. « ¡Pero yo no lo veo! »¡Ah, si eres miope!… Pero yo lo veo, el grano crece.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

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