Cristo es el Amor.

No hay religiones en el mundo divino.

Cristo es el Amor.

Cristo es el Amor, manifestado en la Justicia, que resplandece en aquellos que Le aman.

El Amor es sólo para las almas grandes y fuertes.

Enorme energía se oculta en el hombre en quien mora el Amor.

Recuerda: El amor no es para los enfermos. El Amor es sólo para las personas sanas.

Los enfermos y los muertos no aman. Sólo los vivos, que están llenos del Espíritu Divino, son aquellos cuyos corazones laten con Amor. –

No te engañes: los enfermos, los muertos espiritualmente, no están iluminados por el Amor.

Y cuando oigas a alguien decir: «Soy un hombre de razón fría, no puedo amar, no tengo tiempo para gastar en esas nimiedades», sabed que ese hombre es tonto.

Lo más sabio, lo más grande del mundo es el Amor.

El Ser más sabio, de quien se dice que es Amor, ama. Él, que ha creado los mundos, que lo ha hecho todo, que lo ha llenado todo de vida, que ha hecho todos los sacrificios, Él ama, ¡y este pigmeo con su «fría razón» no tiene tiempo para amar!

Cristo descendió a la tierra para proclamar el Amor, ¡y las personas de «fría razón» no pueden amar!

Viaja por los cielos, por todo el universo, recorre todos los mundos, y todos te dirán que Dios es Amor.

Y si le preguntas a un ángel «¿Dios nos ama?», él te responderá: «Mejor pídeme que renuncie a toda mi conciencia, a todo lo que he adquirido a lo largo de todas las edades, que obligarme a responder a tu pregunta: ¡si Dios te ama!».

En efecto, Dios no puede faltar a la verdad. Si aceptamos que Dios pueda no ser fiel a Sí mismo, admitimos que existe alguna fuerza exterior que podría limitarle. Y eso es impensable. El amor es inmutable. Siempre nos ilumina.

Recuerda las palabras de la Escritura: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna».

Esto significa: que porque Dios amó al mundo, sacrificó a Su más bello, más elevado, a Su «Hijo Unigénito», para elevar a las almas que creen en el Amor.

Y, en verdad, sólo se puede creer en una cosa: en el Amor. Cualquier otra creencia es falsa.

El Amor está por encima de cualquier nacionalidad. El Amor está por encima de cualquier religión. El Amor mismo crea las religiones.

No hay religiones en el mundo divino. Sólo existe el Amor. La atmósfera del mundo divino es Amor. Allí todo respira Amor.

Beinsa Douno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *