Desarrolla tu sensibilidad.

Ora, medita y trabaja sobre ti mismo.

Desarrolla tu sensibilidad.

                   

Las aguas del lago se inquietan por la más liviana brisa. El discípulo se torna más sensible, a fin de poder captar las más delicadas ondas que llegan de lo Alto.

La cualidad más noble del discípulo es ser sensible y cuidadoso hacia todo. Sensible con los demás, así como Dios es sensible hacia él. Sensible como la Naturaleza inteligente que presta atención al llamado de la más insignificante flor, enviándole lluvia y luz. Sensible para captar lo que el Divino Espíritu quiere que realice. Esto es sensibilidad: Saber servir a Dios en él y en su prójimo.

El amor otorga sensibilidad.

¡Sólo el amor asume la situación de todos los seres!

         

El discípulo debe orar, meditar y trabajar sobre sí mismo, a fin de prepararse para lo nuevo que viene al mundo.

¿Cuánto tiempo debe orar y meditar? Continuamente. No digo que debe dejar sus labores para sentarse a rezar a toda hora. Las obligaciones laborales no excluyen la oración, ni la meditación, ni el trabajo sobre sí mismo, pues éstas son, para el discípulo, su oración, su meditación y su trabajo interior.

Si vives de acuerdo con la ley del amor, tu oración es permanente, aun en medio de tus quehaceres. Porque si hay amor en ti, tus quehaceres no pueden estar excluidos de este amor. Por esto mismo, ora, medita, pero también trabaja. ¡Aíslate en medio del tumulto! Pero has de saber que el aislamiento no es un proceso externo. Si de la oración no participan el pensamiento, el sentimiento y la acción, esta oración no es verdadera.

Si pides algo en tu oración, no pidas cualquier cosa. Pide una mente luminosa, un corazón pleno de calor y una voluntad con la cual puedas sortear toda dificultad. Pide vivir en un mundo en el cual reinen la luz y el calor. ¡Esto significa realización!

No pidas tampoco bienaventuranza. La gente hoy espera que lleguen los tiempos de la bienaventuranza. Pero, lo que no sabe la gente, es que la bienaventuranza está fuera del tiempo. Hoy mismo es posible lograrla. No hubo tiempo en el cual quien es realmente inteligente no haya sido bienaventurado, pues, bienaventuranza e inteligencia, para mí, tienen el mismo significado.

Otra cosa que no es prudente en la oración, es la monotonía. Recuerda que lo bello no se repite.

¡Ora! Pues Dios es el único Ser a quien más fácilmente puede acercarse el hombre.

Hay un ambiente sagrado en el alma. Tal ambiente es impenetrable, nadie lo puede hollar. ¡Éste es el lugar reservado para Dios! ¡Allí debes orar! ¡Y allí lo encontrarás!

Beinsa Douno.

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