¿Hacia donde vamos?

"¡Lo que el hombre piensa, en ello se convierte!".

¿Hacia donde vamos?

¿Cómo puede el ser humano restaurar, con la fuente sublime y eterna de toda vida, los lazos primordiales que su indiferencia ha permitido relajarse y romper? Por elevación personal, por el despertar de los dones divinos depositados en él, así como en cada ser.

Muchos métodos se pueden utilizar para este propósito, diferentes métodos dependiendo del grado de despertar de la conciencia superior de cada uno, dependiendo del entorno en el que se coloca el ser y debe desarrollarse, dependiendo de las condiciones de clima, cultura, etc. Sin embargo, es el impulso interno puro que sigue siendo el principal factor de éxito ante el ferviente deseo de levantar el alma, todos los obstáculos, todas las debilidades se derriten como la nieve en el sol. Esta obra sagrada del hombre que se renueva debe permanecer cuidadosamente oculta al laico, porque la crítica y los pensamientos negativos pueden molestarlo y hacerle daño.

El plan divino prevé la elevación humana a través de la unión de todo ser con la fuente perfecta de vida. Para ello, el primer y más poderoso medio es el desarrollo del amor en el corazón y en el alma del ser humano; es la ciencia suprema que todos están llamados a estudiar y aplicar.

El estudiante debe investigar personalmente y descubrir el método más adecuado para el desarrollo del amor en sí mismo. La llegada de la luz puede ser facilitada por la siguiente fórmula que el alumno repetirá por la mañana, al mediodía y por la noche: «Dios es amor. Dios es sabiduría total. Dios es todo gentil.» Así, un vínculo entre el hombre y Dios se establece momentáneamente; el pensamiento divino desciende e impregna al ser, que luego comienza a manifestar el amor de una manera natural, en todo lo que realiza.

También es beneficioso meditar todos los días durante cinco o diez minutos sobre los ángeles -los obreros de Dios- sobre su amor, por su misericordia, su sabiduría, su nobleza, etc. Estas cualidades comenzarán a surgir a medida que los estudiantes se desarrollen. Hay una máxima que dice: «¡Lo que el hombre piensa, en ello se convierte!».

Esta tarea esencial de del alumno de la Escuela de la Nueva Vida -reconectar su alma con lo Divino- puede ser muy facilitada si se esfuerza por buscar y ver en cada ser humano las buenas cualidades que puede poseer, descubrir al menos un buen rasgo en cada uno. Si no puede encontrar nada, que el estudiante se diga a sí mismo: «¡Lo bueno de esta persona es que Dios también está en él!»

Beinsa Douno.

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