La luz del sol naciente

Sólo la luz del sol naciente trae bien a los hombres.

La luz del sol naciente

Los hombres deben tener ideas y sólo los hombres que tienen luz tienen ideas, y con ellas podemos comprendernos. Así como la luz penetra en todo el espacio, nos revela los mundos distantes, todo el cosmos del que nos trae noticias, por lo que nuestros pensamientos, nuestras ideas y nuestros sentimientos nacidos de luz deben tener las mismas cualidades, es decir, tener las cualidades de la luz que les “dio a luz”. La mejor distinción de un hombre sobre otro se basa en las reglas de la luz. ¿Qué distingue al hombre cultivado? La luz. ¿Qué distingue al científico? La luz de su conocimiento. ¿Cuál es el punto del filósofo? La luz de su razonamiento que le revela el profundo significado de la existencia. ¿Qué distingue al poeta? Por la fuerza de su intuición divina. ¿Qué distingue al hombre espiritual y al santo? ? Por la fuerza de la luz que entra en sus vidas y les da la oportunidad de estudiar la existencia de todos los seres y de compartir su dolor y gozo, por pequeños que sean.

Las nuevas ideas aportan la vida y el bien. Son los únicos que traen vida y bien. Sólo la luz del sol naciente trae bien a los hombres.

Así que si nos preguntas, «¿Qué debemos hacer?» Te responderemos en el lenguaje de la naturaleza, categóricamente: decídete a pensar con sinceridad y decisión, sentir con nobleza y actuar con abnegación. Al realizar esta experiencia, verás los resultados. Si las generaciones anteriores hubieran hecho esto, los resultados actuales no habrían sucedido.

Podemos tomar el ejemplo de la naturaleza: exponer cualquier flor al sol e inmediatamente, en ella, despertará el verdadero conocimiento. Ella sabrá florecer. Exponer cualquier árbol frutal al sol y no sólo aprenderá a florecer y crecer, sino que también sabrá cómo madurar sus frutos y preparar sus semillas de la mejor manera posible. Siguiendo con la misma ley, si nos exponemos a la luz divina, el conocimiento latente en nosotros durante milenios despertará. No buscamos luz, pero la aceptamos. Y cuando el alma humana se abre de par en par para recibirlo, la luz entra libremente y recrea todo de una manera nueva, desconocida por nuestros contemporáneos. Si esta luz llena nuestros intelectos, si penetra profundamente en nuestros corazones y anima completamente nuestra voluntad, la paz se establecerá en todas las actividades de la población: los corderos ya no temblarán tristemente, las gallinas ya no cacarearán el dolor, los cerdos ya no gruñen, los perros no ladrarán y no morderán. Todas las peleas habrán pasado a la historia y la violencia no será más que un recuerdo de un pasado lejano, como en los sueños. Entonces los sublimes y los nobles pensamientos germinarán en el espíritu humano y aparecerán personajes devotos y verdaderas madres y padres cuya luz sanará a todos los enfermos.

Beinsa Douno.

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