Las tres magnitudes.

Vida, amor; luz, sabiduría; verdad, libertad.

Las tres magnitudes.

En el mundo hay sólo tres magnitudes incesantes que se desarrollan continuamente. Una es la magnitud de la vida, del amor. La otra es la magnitud de la luz, de la sabiduría. La tercera magnitud es el espacio en el que se manifiesta la libertad humana. Por consiguiente, el amor, la sabiduría y la verdad que liberta, son magnitudes que, aparte de ser incesantes, también son las únicas que no tienen explicación.

El amor es algo que nunca podrá ser comprendido plenamente. No hay ser en el mundo que puede comprenderlo, porque con esta magnitud es posible pedir, pero no puede ser medida. La sabiduría es otra magnitud con la que mides, mas, substancialmente, ella es inconmensurable. Con la verdad ocurre lo mismo. Pero éstas son cosas muy abstractas y ahora su explicación sería una carga inútil. Acaso, ¿tú puedes pensar en el amor sin ningún objeto? Tú piensas en el amor, pero siempre lo vinculas con alguien. ¡Piensa sólo en el amor, absolutamente, sin ningún objeto! Tú dices que hay alguien que te ama. Eso es lo que tu supones. Sin embargo, hay un solo ser que te ama. ¿Quién es este ser? Tú dices que es Dios. ¡Pero eso eres tu! Lo único que debes saber es que tú te amas a ti mismo. La idea de que DIOS o alguien te ama es ambigua. Puede ser que así sea, yo no desecho tales posibilidades.   

Pero tú hablas de un Dios externo, y ésa es una cuestión que se relaciona con tu conciencia. Cuando dices que Dios existe, estás suponiendo que alguien como tú existe en el mundo o en el cielo. Se suele tergiversar el orden de las cosas. Se dice que Dios existe y que Él nos ha creado. Yo encuentro esta lógica muy cómica. Esto es lo mismo que decir que una tinaja piensa que su dueño la ha creado. Si el dueño está fuera de ella, ¿es posible que pueda pensar en él? Y si tú fueras creado por Dios, así como lo piensa la gente, ¿tendría esto algún sentido? Tampoco esta creación es tal como lo piensan los filósofos, ni como lo suponen los místicos y teólogos. Entonces, que te amen o que no te amen, no responde a la realidad. Sólo es cierto en cuanto a determinadas relaciones en un momento dado. Por ejemplo, si alguien te ama, eso será así sólo en un determinado momento, pues al momento siguiente ya no te amará (y dijimos que el amor es una magnitud incesante que se desarrolla continuamente).

¿Cómo es posible amar y, simultáneamente, estar triste? ¿A dónde ha desaparecido el amor y de dónde vino la tristeza? Luego, ¿a dónde se ha ido la tristeza y de dónde llegará el amor? Con esto yo no quiero hacer vacilar tu fe; sólo quiero que te ejercites en cierta gimnasia mental.

Beinsa Douno.

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