¡Mírate a ti mismo!

Hasta que no te estudies, no te conocerás.

¡Mírate a ti mismo!

En el Mundo Divino existe la siguiente ley: Lo que alguien no puede comprender de comienzo, permanece incomprendido para siempre. Y lo que puede comprender rápidamente, queda comprendido para siempre. La comprensión, sin embargo, como proceso continuo, todavía no abarca la aplicación. Aplicación hay sólo allí donde las cosas se comprenden de inmediato.

La comprensión significa el primer paso. Si se realiza el primer paso, después vendrán el segundo, el tercero y otros. La comprensión es el impulso, el despertar de la conciencia.                                                                                              

Para el discípulo, obedecer es mejor que pedir, porque con la obediencia se cumple la voluntad del Maestro, y con el pedido se cumple la voluntad del discípulo.

El Maestro transmite su poder al discípulo cuando éste ha escuchado su palabra más sagrada sobre lo divino. ¿Cómo puede el discípulo recompensar lo que el Maestro ha hecho para su alma? ¡Sólo sirviendo a Dios con todo su ser!

Lo verdaderamente Grande está detrás de lo material. Lo Real, lo Grande en la vida, es lo que permanece invisible. Por ello, el discípulo rechazará paulatinamente lo material y transitorio y penetrará en el mundo de la luz. Allí comprenderá a su Maestro. Entonces, el discípulo penetrará en una nueva y más alta gama.

El discípulo no puede vincularse con lo efímero y con Dios al mismo tiempo. Si ama a Dios, lo efímero se amortiguará y desaparecerá. Entonces escuchará la voz de su Maestro y encontrará un mundo de luz, paz y alegría. El Maestro dice a su discípulo: ¡Mírate a ti mismo! Hasta que no te estudies, no te conocerás.

Beinsa Douno.

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