NUESTRAS CENIZAS AL VIENTO

NUESTRAS CENIZAS AL VIENTO

Siempre va por delante. Mi hermana, muy  previsora ella, amén de mujer de leyes, anda afanada en procurarnos postrera morada, digna sepultura a todos los numerosos hermanos. Está haciendo las pertinentes gestiones para que podamos caber todos en el agujero. He cedido mi rincón. Se ahorre el cincel un nombre en la lápida. Vuele el alma libre de la envoltura temporal y ésta no represente atadura alguna. Vuelva la envoltura a la tierra en forma de fertilizadora  ceniza. 

Sería un honor morar por la eternidad junto al arquitecto que diseñó la barandilla de la Kontxa, o con el padre entrañable que defendió a quienes nadie quería defender porque no tenían fondos en su cuenta. Sería un honor seguir acompañando a esa noble alma ahora en función de matriarca-bisabuela, cuyos ojos ya muy cansados han terminado de revelar la inmensa  bondad que lleva dentro. Sería un honor seguir echando risas con la cuadrilla de “bandidos” con los que tuve la inmensa fortuna de bajar a esta tierra bendita… Así será, si Dios quiere, pues los lazos de genuino amor perduran por la eternidad. El vínculo permanecerá evidentemente entre almas, que no entre unos cuerpos que nos han servido de circunstancial ropaje y que están llamados a desintegrarse. 

Los cementerios desparecerán de la faz del mañana. Nos lo han revelado, sin excepción, todas las corrientes espirituales  serias. Una humanidad más consciente no guardará las urnas corporales.  El entierro auspicia el  apego corporal. Los cadáveres pueden ser, por lo demás, fuente de insalubridad. Hay también una  razón más oculta, que tratamos aquí brevemente de esbozar desde nuestro muy pobre conocimiento. 

Los ángeles o devas son los constructores y mantenedores de las formas en todas las dimensiones. Tenemos un ángel o deva  guardián de nuestro cuerpo físico, al igual que otros devas guardianes de cada uno de nuestros otros cuerpos más sutiles. Cada tradición le otorga un nombre. Estos devas cumplen fielmente esa función de construcción y mantenimiento de los cuerpos. Es una fuerza incondicional. El alma partirá, pero hasta que el cuerpo no se haya deshecho por completo ese ángel-deva permanecerá custodio de nuestra  envoltura temporal. Con la cremación estamos posibilitando la pronta liberación de ese deva que tanto servicio nos ha brindado; estamos procurando que emprenda otro trabajo de custodia y mantenimiento con otro cuerpo físico. 

La humanidad está llamada a liberarse gradualmente de la materialidad, del apego de las formas e ir tomando conciencia de su verdadera naturaleza espiritual. Contribuiremos a ese afán colectivo, a ese reto global pendiente, si nos decidimos a regalar nuestras cenizas corporales al viento.

Velouriz 23 de Mayo de 2023