Tampoco se puede dar, sino es para bien usar.

Todo el mundo, generalmente, juzgamos al rico que tiene más o al pobre que no recibe, creyendo ser nosotros los justos repartidores. ¡Cuánto desconocemos las verdaderas leyes!

Tampoco se puede dar, sino es para bien usar.

Pero que los ricos han llegado a ser ricos porque han desarrollado ciertas cualidades, y porque han trabajado para obtener estas riquezas, esto es seguro. La ley es verídica. Diréis: «Sí, pero se han servido del engaño, de la violencia, de la falta de honestidad, de las mentiras.» Es posible, pero incluso sirviéndose de estos medios, estaba escrito que obtendrían la riqueza, porque lo han hecho todo para obtenerla. Evidentemente, lo que no se ha dicho, es si conservarán mucho tiempo estas riquezas, ni si estarán satisfechos, alegres y en paz. Pero tendrán lo que han pedido. Han triunfado por medios ilícitos, pero no importa, han triunfado. Pero lo que desconocen son las consecuencias. Muchos mendigos y vagabundos, son personas que, en sus vidas pasadas, se enriquecieron arruinando a los demás o utilizaron su riqueza para el mal. Naturalmente no siempre es así, como tampoco todos los ricos han llegado a serlo mediante engaños y deshonestidades; algunos han llegado a serlo por su trabajo esforzado, o por herencia, o por suerte, o gracias a un descubrimiento. No puedo detenerme en cada caso particular, hablo en general.

Así pues, la desigualdad reina en la naturaleza: algunos son pobres, otros son ricos. ¿Por qué se imagina la gente que todos debemos ser iguales? Ello llevaría a la inacción, cesaría el movimiento, la evolución, por falta de competición. Tanto si se persigue la riqueza, como el poder o el saber, no se puede impedir la competición.

En esa cuestión de la igualdad de las riquezas, hay algo que precisar. La gente se queja, se arranca los cabellos, y hace lo que sea por cambiar esa situación, pero nunca lo logrará, porque es la naturaleza la que sostiene la desigualdad. ¿Por qué apiadarse ahora de los perezosos, los incapaces, los ignorantes? Que se les dé algo por generosidad es otra cuestión. Pero dar al que es estúpido o perezoso exactamente lo mismo que al que tiene un gran talento y conocimientos, ¡es injusto!

Omraam Mikhaël Aïvanhov.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *