Sobre la oración.

La oración no es un recurso sólo de los religiosos

Sobre la oración.

       

Los fundamentos de la oración, un conocimiento de la estructura del Universo.

Rezar a Dios no es, como algunos imaginan, una reacción de personas ingenuas y crédulas quienes, cuando tienen dificultades o penas, acuden a Él imaginándose que contestará a su llamada. Lo que la Ciencia iniciática llama rezar está fundado en un conocimiento de la estructura del universo. Más allá de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego, que constituyen la materia de nuestro universo, existen en el espacio regiones más y más sutiles, pobladas de entidades espirituales. Y así como obtenemos de los cuatro elementos todo lo que necesitamos para nuestra vida física, con el pensamiento podemos obtener de las regiones sutiles todo lo que necesitamos para nuestra vida psíquica, y recibiremos la ayuda de las entidades que las habitan.

        Nuestro vínculo con Dios, un estado de conciencia .

        Dios nos ha creado y vivimos de su vida. No podemos existir independientemente de Él, y ninguna criatura es realmente independiente de Él. El sentimiento de independencia que experimentan algunos solo existe en su conciencia. De hecho, es posible que un ser humano ignore o corte voluntariamente el vínculo que le une al Creador. Pero entonces se precipita poco a poco hacia la muerte espiritual. Diréis: «Dios está, en los cielos y nosotros en la tierra, ¡ estamos tan alejados de Él!» Este argumento carece de sentido, Dios no habita en algún sitio en el espacio, y ladistancia que nos separa de Él, no se mide en kilómetros. La realidad de nuestro vínculo con Dios depende de nuestro nivel de conciencia. Aun suponiendo incluso que Dios está en los cielos, nosotros, mientras vivamos aquí en la tierra, podemos estar al mismo tiempo en los cielos con Él. Como criaturas de Dios, es hasta este nivel de conciencia que debemos elevarnos, pues es en este nivel que descubriremos nuestra propia identidad.

       La captura de un elemento divino.

Rezar no consiste en invocar a una vaga entidad que llamamos Dios o con otro nombre, para pedirle salud, éxito, un buen matrimonio, hijos sanos y la victoria sobre enemigos reales o imaginarios. Rezar a Dios, es tratar de restablecer en la conciencia un vínculo con un Ser que es la eternidad, que es el infinito, para atraer en uno mismo los elementos de los mundos superiores. Y por lo tamo, no van a cambiar algunas condiciones de nuestra vida física y material, sino nuestro yo profundo.

        La verdadera oración es un contacto con las regiones sublimes. Con un solo elemento de esas regiones que logréis capturar, de repente todo es diferente: sentís que este elemento vibra en vosotros, que os purifica, os ilumina, restablece la armonía en todo vuestro ser, y este estado benéfico actúa también sobre todos aquellos que os rodean: son influenciados porque sienten la presencia de este elemento precioso que vibra en vosotros.

Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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