«Dios amó la Verdad».

Al no entender la ley, el hombre, envía a Dios un mal pensamiento.

«Dios amó la Verdad».

Al no entender la ley, envía a Dios un mal pensamiento; si no se ocupa de los pensamientos negativos, ya no los recibe; y el mal pensamiento es devuelto inquieto a quien lo emitió. Bajo la misma ley, nunca digas que no te gusta este o aquel ser, porque por lo tanto estás cometiendo un error, ofendes a Dios. Cada ser contiene algo hermoso, grande, por lo que debes estimarlo, amarlo. Se dice en las Escrituras: «Dios amó la Verdad en el hombre». En cada hombre, hay puesta una partícula de Dios. Y todo ser necesita amor; para eso también, deben amarse los unos a los otros. Amar a alguien significa alimentarlo; cuando eres amado, te alimentan.

El espíritu del hombre se alimenta de pensamientos claros, luminosos y bien entendidos. Envía a tus hermanos, a tu prójimo, pensamientos que puedan entender, y déjalos estar, déjalos libres. Recibirán tu pensamiento, trabajarán con él, se alimentarán de él y, más tarde, te enviarán a ti, otro claro y positivo, con el que te alimentarás a su vez.

Tan pronto como la gente se acerca al amor, pronto empiezan a perderlo. ¿Por qué. Porque quieren guardarlo para sí mismos. Uno puede notar demasiado generalmente que cuando dos seres se aman, se encierran en su amor, de modo que se les queda integro, por completo. No, la ley requiere que el hombre, una vez que se ha alimentado de él, extienda el flujo de su amor sobre los demás, para que ellos también puedan beneficiarse de él.

Hay dos tipos de amor en el mundo: el amor por las sombras y el amor a la realidad. El primero es el amor de las limitaciones y el sufrimiento. No estamos hablando de éste, sino del verdadero Amor, que no es limitado y no limita. El amor del que hablamos en las novelas es el amor por las sombras. Es de tres tipos: dramático, cómico o trágico. En el amor dramático, el héroe y la heroína se sufren en sus relaciones y dramatizan hasta que se casan. ¡Después de casarse, ya no dramatizan! En el amor trágico, los héroes mueren. En el amor cómico, los héroes se mantienen vivos y convierten todo en una broma, en una farsa. La tragedia está relacionada con la razón, el intelecto; el drama, con el corazón.

En el amor verdadero, no hay sufrimiento ni muerte.    Allí, el vínculo entre las almas se fortalece continuamente y nunca se rompe. En el verdadero amor, el crecimiento y el éxito están todos los días presentes. Sepan que el amor humano es el amor de las sombras. Representa la bonita prenda sobre la que se adorna el corazón; pero éste, una vez vestido, en lugar de regocijo entra el sufrimiento. ¿Por qué? Es que esta prenda no es conveniente, porque el amor a las sombras no da nada, toma siempre y coloca al ser en grandes contradicciones.

Beinsa Douno.

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